El campo de aviación de Sariñena

El campo de aviación de Sariñena

La población de Sariñena tuvo un papel estratégico importante durante la Guerra Civil ya que a parte de ser un destacado núcleo de comunicaciones y centro neurálgico de las operaciones republicanas en Aragón, albergó también el campo de aviación más importante de todo el frente de Aragón.

En las primeras semanas de conflicto, con las tropas republicanas avanzando por Aragón y una vez establecidos los frentes de guerra, el alto mando republicano sintió la necesidad de establecer diferentes campos de aviación que estuvieran cercanos a las zonas de combate. Con esta misión salió de Lleida el 1 de agosto una avioneta de reconocimiento De Havilland 87 “Hornet Moth” pilotada por Francisco Pérez Mur junto con el comandante Alfonso de los Reyes, jefe de las operaciones aéreas en el frente de Aragón, quien eligió un terreno extenso y llano junto a la carretera de Sariñena a Albalatillo, estableciendo el que sería conocido como el campo de aviación de Sariñena, el aeródromo más importante del frente de Aragón.

Las obras de acondicionamiento del campo empezaron el día 2 de agosto, así como el traslado del personal de aviación del aeródromo de Lleida, llegando al mismo los primeros aviones: dos Nieuport-52, pilotados por los sargentos Jesús García Herguido, apodado el “Diablo Rojo” y Jaime Buyé; y tres aviones Breguet XIX, llegando en uno de ellos el comandante Alfonso de los Reyes, quien se haría cargo del mando del aeródromo.

El aeródromo se encontraba situado a unos 4 km al sur de Sariñena y a menos de 1 km del pueblo de Albalatillo junto a la carretera que unía las dos localidades y que precisamente servía para delimitar la pista de vuelo, con la zona para el personal y sus infraestructuras a un lado y los aviones en el otro. Cabe destacar que la actividad en el campo fue incesante desde el primer día, realizando los aviones varias salidas diarias en diferentes misiones y sumándose en los días posteriores más aviones. Los aviones que se incorporaron al aeródromo de Sariñena llegaron principalmente desde El Prat de Llobregat y Lérida, siendo algunos de ellos aparatos civiles que se adaptarían para convertirlos en aparatos militares, así como también se unirían diferentes avionetas civiles que serían utilizadas en misiones de reconocimiento y de enlace. Todos estos aparatos formarían la que se conocería como escuadrilla Alas Rojas, debido a que cada avión sería pintado con una franja roja alrededor del fuselaje y en los extremos de las alas como modo de distinción para su reconocimiento desde tierra.

Situación del Campo de Aviación de Sariñena

Situación del Campo de Aviación de Sariñena

Archivo Histórico del Ejército del Aire

Para la construcción del campo de aviación de Sariñena se requirió de la ayuda de muchos vecinos de Albalatillo y Sariñena e incluso de diferentes pueblos de la comarca, coordinados a través de los respectivos comités locales, llegándose a emplear más de 150 personas para el acondicionamiento del campo. La principal tarea fue la de preparar el terreno de vuelo, ya que éste era un campo de trigo recién segado al que se tuvo que mover, apisonar y nivelar la tierra, instalándose en una parte de la zona de vuelo la pista de aterrizaje. En cambio, la pista presentó algunos problemas iniciales, haciendo que algún avión capotara, solucionándose el problema con la construcción de una pista de cemento armado de más de 500 metros de largo por 10 de ancho, aunque no entraría en servicio hasta octubre del mismo año.

La estructura del aeródromo se fue construyendo en pocas semanas y completándose en los meses siguientes, surgiendo multitud de edificaciones que llegaron a convivir con las edificaciones provisionales de las primeras semanas. Una de estas construcciones provisionales que fueron utilizadas para albergar a la tropa serían unas tiendas cónicas de campaña del ejército con capacidad cada una para 12 hombres, convirtiéndose algunas de ellas en semipermanentes ya que se les asfaltó el suelo y se reforzó su circunferencia con una pared de unos 60 cm de altura. Referente a las edificaciones permanentes, se contrataron todos los canteros y albañiles disponibles de la comarca, empezando su montaje una vez llegara por tren a la estación de Sariñena todo el material. Entre estas construcciones destacaban una serie de barracones de madera, que con una longitud de más de 30 metros llegaron a albergar diferentes servicios como dormitorios para el personal y la milicia de aviación, cocina, comedor, almacenes de repuestos y provisiones, armería, enfermería, sastrería, oficinas, barbería, entre otros. Incluso para suministrar a la cocina se construyó una granja frente a ella y un pequeño matadero para el sacrificio de los animales, a cargo de un vecino de Albalatillo.

Croquis del Campo de Aviación de Sariñena

Croquis del Campo de Aviación de Sariñena

Archivo Histórico del Ejército del Aire

El aeródromo cubrió las necesidades básicas de energía gracias a la llegada de un tendido eléctrico y la instalación de un transformador y una central para dar alumbrado a varias secciones; instalándose además en el campo un telégrafo de código y una línea de teléfono, básica para las comunicaciones directas con el frente o con el Alto Mando instalado en la misma población de Sariñena.

También cubrió las necesidades de agua gracias a la utilización de un manantial cercano al aeródromo, a tan solo 200 metros y utilizado hasta entonces por los vecinos de Albalatillo. Se construyó la infraestructura principal para el suministro de agua del aeródromo, una fuente con 20 caños y desde donde una motobomba elevaba el agua a un depósito, donde desde allí era distribuida a todas las instalaciones del aeródromo. La fuente fue inaugurada el día 10 de enero de 1937 y conocida como fuente del Saso o de Alabalatillo.

Respecto a los edificios militares, el área del aeródromo se fue delimitando creando así su propio sistema defensivo. De esta manera existía en la carretera, a las entradas del campo tanto en dirección a Sariñena como en dirección a Albalatillo unas casetas de centinela y una de vigilancia avanzada, situada ésta última en el puente del río Isuela, en dirección hacia la sierra de Alcubierre, situándose el cuerpo de guardia en la misma carretera, dirección Sariñena. Por dicha carretera se bloqueaba el paso a cualquier vehículo de noche tanto en una como en otra dirección.

La torre de vigilancia se situó en medio del aeródromo junto a la carretera y dispuso de mangas de viento, una sirena para avisar en caso de ataque y una ametralladora antiaérea Vickers T; situándose al lado un refugio antiaéreo de gran capacidad. Detrás de la torre, se situaba el puesto de mando y a su lado la bandera, donde cada día se arriaba e izaba.

Para la defensa inmediata del campo, el aeródromo contaba con cuatro nidos de ametralladoras antiaéreas con suplemento elevado, situados estratégicamente en las esquinas del campo, a parte de la ya comentada ametralladora antiaérea situada en la torre de vigilancia.

Nido de ametralladora antiaérea

Nido de ametralladora antiaérea

Por otro lado, para almacenar sobretodo las bombas de aviación, se construyeron dos polvorines, uno cerca de la zona de vuelo y otro cercano a la fuente, los dos con vigilancia permanente. El próximo a la zona de vuelo tenía tres entradas y el transporte del armamento por su interior se hacía mediante unas pequeñas vagonetas en raíles y de allí, eran transportadas por los armeros hasta los aviones. Los armeros eran los encargados de preparar todo el material artificiero; después de cada misión desmontaban las ametralladoras de los aviones, las limpiaban y repasaban, volviendo a dejar todo el material listo y en perfectas condiciones, así como de armar las bombas con sus espoletas y trasladarlas a la zona de vuelo para colocarlas en los aparatos antes de sus misiones, haciéndose cargo también de las ametralladoras antiaéreas que defendían el campo de aviación. También se construyó un barracón para albergar el taller, dedicado a los aviones y a sus equipos, un depósito de combustible subterráneo y un depósito de agua.

Respecto a la movilidad, en cocheras, más de treinta vehículos entre automóviles, camiones y otros, estaban al servicio del aeródromo y de su personal. Entre ellos, un taller móvil con todos los accesorios, montado en un camión para dar servicio urgente. El taller de reparaciones del parque móvil del campo se ubicó en la iglesia de Albalatillo, cuyo interior había sido destruido en los primeros momentos de la guerra, y donde trabajaron varios mecánicos, algunos de la General Motors de Barcelona, nombre que recibió el taller: “General Motors”.

Aviones en el campo de aviación de Sariñena

Aviones en el campo de aviación de Sariñena

Archivo Histórico del Aire

Con toda esta infraestructura, el aeródromo de Sariñena se convirtió durante aquellos primeros meses de conflicto en el principal aeródromo del frente de Aragón, coordinando además la actividad del resto de campos de aviación que se construyeron durante ese año como el de Castejón del Puente, Caspe o Bujaraloz. Incluso también se acondicionaron varios campos falsos con el objetivo de confundir a la aviación enemiga, donde se colocaron falsos aviones de cartón a tamaño real, y alguna que otra fortificación o edificación para dar el aspecto desde el aire de un verdadero campo de aviación. De hecho, en la misma zona del aeródromo de Sariñena y a tan solo dos escasos km, se prepararó un “campo falso” al otro lado del río, en el denominado “Tozal de Mataliebres”. Ya más lejos, a unos 20 km en Almuniete, se instaló otro, así como uno más en Bujaraloz.

TRALLERO, Salvador, Alas Rojas. Sariñena. Sariñena. Sariñena Editorial. 2006.