La Línea del Cinca: las posiciones defensivas de Monzón

La Línea del Cinca: las posiciones defensivas de Monzón

A principios de la Guerra Civil, una vez detenido el avance por Aragón de las columnas milicianas y dado el miedo que existía de que la retaguardia catalana pudiera ser arrollada por las tropas nacionales en una posible ofensiva debido también a la misma precariedad que resultaba el frente de Aragón, se dispuso la creación de varios puntos de resistencia situados básicamente en territorio aragonés. De hecho, en fecha tan temprana en el conflicto como el 6 de agosto de 1936, el Estado Mayor Central de Milicias dio la orden a los Servicios de Ingenieros para preparar una línea de defensa retrasada en el Cinca.

Por otro lado y con la estabilización del frente de Aragón, se comenzaron a fortificar diferentes líneas defensivas que empezando en Huesca iban a parar hasta tierras catalanas. Estas líneas pretendían una defensa en profundidad de las tierras republicanas en Aragón, siendo su función primordial la de cortar las comunicaciones entre el frente y la retaguardia, llegando a recibir hasta nombre propio. En cambio estas líneas defensivas serían de escaso valor militar y se derrocharían en ellas demasiado trabajo, esfuerzo y dinero.

Las líneas de defensa empezaban en el mismo entorno de Huesca, ampliamente fortificado y continuaba con la llamada Línea Vorochilow que empezaba a 16 km al norte de la estación de ferrocarril y tenía 40 km de longitud de Tardienta. Después de esta se sucedían varias líneas como la Línea Durruti, que comenzaba al norte de Velilla y con unos 20 km de longitud hacia el sur, siendo su objetivo cortar el paso en dirección a Barbastro, Monzón y Sariñena. Justo donde acababa esta última línea de defensa empezaba la llamada Línea Lenin, que se apoyaba en las alturas del vértice Mogache, de 535 metros de altitud y las alturas de Saso de 480 metros, con una longitud de unos 15 kilómetros y llegaba hasta unos 4 kilómetros al sur de Poleñino. Su profundidad era de varios km y disponía de múltiples trincheras, pasillos, cobertizos, fortines y todo lo necesario para su total defensa.

El norte de la provincia de Huesca sería otra zona que también se fortificó, sobretodo el sector de Sabiñánigo; pero donde realmente existió una fuerte línea de resistencia fue en la llamada Línea del Cinca.

Esta fue la principal línea de resistencia que se construyó en Aragón y con un auténtico valor militar, construida para evitar la invasión de Cataluña por el norte del Ebro y consistente en una fuerte línea de resistencia dotada de grandes fortificaciones y trincheras situadas en los márgenes del río Cinca. Las obras de esta línea se iniciaron a finales de 1936 y fueron dirigidas en un primer momento por una comisión nombrada por el mismo gobierno de la Generalitat de Cataluña. Dicha comisión estaba formada por el teniente coronel Miguel Ramírez de Cartagena y el comandante Monsterrat Fenech, encargándose de la ejecución de las mismas los capitanes del Arma de Ingenieros Rafael Esteban y Pedro Llabrés, el de Artillería Federico Cuñat y el de Infantería José López Fontanals; participando en los trabajos de fortificación desde presos y castigados a trabajos forzosos, hasta refugiados y jornaleros que querían ganar un salario.

El inicio de la línea estaba en las inmediaciones del Pirineo siguiendo el curso del río Cinca hasta Monzón, ampliándose posteriormente su construcción hasta Gandesa y adquiriendo verdadero ritmo constructivo a principios de 1937. De hecho, en enero de ese mismo año se había procedido a la construcción de más de 7 kilómetros de trincheras; de 13 kilómetros de caminos cubiertos; de centenares de nidos de ametralladoras acompañados con los correspondientes refugios para tropas y de asentamientos diseñados para la artillería. Así por ejemplo, en los alrededores de El Grado y extendiéndose hasta Naval, se construyeron diferentes casamatas o blocaos dotados con los correspondientes nidos camuflados para ametralladoras ligeras y para alguna pieza de artillería, así como otras defensas aprovechando los cursos fluviales de la zona. Y hasta alrededor de Barbastro existió una discreta línea de trincheras con sacos terreros reforzados con traviesas de ferrocarril, que partiendo de las inmediaciones de Cregenzán cortaba la carretera de Huesca y finalizaba en la de Monzón.

Por otro lado, el Servicio de Información nacional estuvo en todo momento atento a la evolución de estas obras, dándole por tanto una gran importancia a estas fortificaciones y recopilando información sobre ellas. Así de este modo, los nacionales tenían la siguiente información sobre la Línea del Cinca en el sector de Monzón1:

“Las obras de defensa del sector de Monzón se han llevado a cabo principalmente al oeste del río Cinca, entre la orilla derecha y la carretera, teniendo como objetivo impedir el avance por la carretera que iba de Barbastro a Monzón y seguía a Lérida y Barcelona. Existían fortificaciones en Castejón del Puente y al noroeste de estas y enlazadas por trozos atrincherados surgía la colina de la Ermita de San Salvador, situada al norte de Selgua, que dominaba en dirección oeste la carretera Berbegal-Monzón. En esta colina se han construído trincheras y cuatro nidos para ametralladoras y en la parte sur y para defender el camino que conduce a Sariñena, también existen varías líneas de trincheras a ambos lados de la carretera con ocho nidos para ametralladoras sólidamente construidos con cemento armado. Su emplazamiento es muy bueno y pueden hacer un tiro eficaz. Estas posiciones al Norte y Sur de Selgua tienen capacidad para unos 2.000 hombres, con abrigos subterráneos para todos ellos.

En segunda línea, haciendo referencia a esta última y a las de Castejón del Puente, se encuentran las fortificaciones de la Loma de Monzón, situadas a unos dos km de Monzón y al Este de la carretera Barbastro-Monzón y donde se ha construido una fuerte posición militar con capacidad para más de 3.000 hombres. Dicha altura ha sido sólidamente fortificada con tres líneas sucesivas de trincheras, excavadas en el declive que baja dulcemente hacia la carretera enlazadas con caminos cubiertos trazados en zig-zag y protegidos por anchas fajas de alambradas. La mayor parte de las trincheras están cubiertas con un tejado de cañas para su disimulación a las vistas aéreas y en los que han plantado hierba con lo que el enmascaramiento queda bien hecho. Las trincheras han sido hechas para la posición de tirar de pie y algunos trozos son cubiertos, estando cubiertas y entibadas con madera; todas las obras han sido bien camufladas, favoreciéndolas la vegetación que han crecido durante el tiempo que llevan hechas.

Distribuidas en dichas tres líneas se encuentran aproximadamente 46 nidos de ametralladoras construidos con hormigón y cubiertos con cemento armado. Cada 50 metros existe un abrigo subterráneo excavado en dirección perpendicular a la cúspide de la loma, teniendo por lo tanto una masa de protección natural a prueba de cualquier calibre. Como los refugios estan dirigidos hacia el interior de la colina, tienen un espesor de tierra que se considera suficiente contra granadas de artillería y bombas de aviación, teniendo algunos abrigos un espesor de tierra de más de 30 pies. Igualmente también abundan los nidos de ametralladoras tanto en las lomas de Monzón como en las dos colinas fortificadas de Castejón del Puente, pero por la configuración del terreno, resulta que las ametralladoras que se sitúan en ellas quedan situadas a mucha altura sobre la carretera y han de tirar con tiro fijante y en malas condiciones.

En la parte sur de la meseta, cumbre de las lomas de Monzón existe un emplazamiento para batería de 105 mm., donde según se dice se han derrochado el cemento. Tanto los emplazamientos de las piezas como los repuestos de municiones, abrigos para el personal y dependencias para oficiales son sólidos y bien construidos. En el extremo Norte de la meseta hay dos observatorios unidos a las obras de la Batería por comunicaciones subterráneas sólidamente construidas, mientras que en la vertiente de la loma que mira al río Cinca, muy ocultos en un barranco, hay barracones para el personal.

La impresión es que los defensores de este Sector pueden permanecer bajo tierra dado el gran número de refugios durante los bombardeos, aunque en las trincheras faltan accesos para en un momento dado salir de la ocultación subterránea”.

Las fortificaciones del Cinca en Monzón

Las fortificaciones del Cinca en Monzón

 Archivo General Militar de Ávila

Los nacionales también fueron informados por sus agentes que en septiembre de 1937 habían finalizado los trabajos de fortificación en el castillo de Monzón y que habían sido instalado dos baterías con 8 piezas Schneider de 210 mm sobre raíles para poder moverse, defendidas por reclutas valencianos, siendo los artilleros soldados de marina procedentes de Barcelona. Para el Servicio de Información nacional, las piezas instaladas en el castillo de Monzón eran muy importantes dada su situación estratégica, ya que dominaban un territorio muy extenso.

En cambio y según testigos presenciales, a Monzón llegó por ferrocarril, por lo menos, un viejo cañón de costa del siglo XIX, posiblemente de los que se encontraban en el castillo de Montjuïc de Barcelona, y que con dificultad se trasladó hasta la plaza que hay en la entrada a la Azucarera, aunque nunca llegó a estar ubicado en el castillo, tal y como afirmaba el Servicio de Información nacional. Para su instalación se preparó un emplazamiento para dos piezas de artillería pesada en la falda del castillo, orientadas al oeste que es por donde tendrían que atacar los nacionales la Línea del Cinca, aunque la realidad sería que en el castillo solamente se instaló un cañón automático antiaéreo de 20 mm., cuyos sirvientes morirían en el asalto al quedarse sin munición.

En definitiva y sobre la Línea del Cinca, esta sería una obra descomunal pero con escaso valor táctico, aunque la publicidad de ambos bandos hizo que tuviera una importancia estratégica de la que carecía.

1 Archivo General Militar de Ávila.